LA TERAPIA INTEGRAL DE PAREJA COMO TERAPIA DE TERCERA GENERACIÓN.
En el presente artículo se hace una breve revisión teórica de la Terapia Integral de Pareja (Jacobson y Christensen, 1996). Se describe la terapia y se recogen los estudios de eficacia publicados hasta la fecha. La Terapia Integradora de Pareja supone la evolución de la Terapia de Pareja Conductual Tradicional (Jacobson y Margolin, 1979), incorpora un componente de aceptación emocional y no se centra tanto en el cambio de conducta, lo que la adscribe a las terapias de tercera generación. Los estudios indican que es un tratamiento diferente a la TPCT y que los mecanismos de cambio subyacentes la hacen más adecuada para tratar los problemas de pareja.
Introducción a la Terapia Integral de Pareja.
En su manual de terapia de pareja de 1979 (Marital Therapy: Strategies Based on Social Learning Behavior Exchange Principle), Neil Jacobson y Gayla Margolin plantearon que los problemas de pareja tenían su origen en un déficit de habilidades de los miembros para intercambiar comportamientos positivo así como para solucionar problemas de forma conjunta y comunicarse de forma efectiva. Esta aproximación se reveló muy eficaz para el tratamiento de las parejas en situación de crisis, y, de hecho, los diversos estudios que se han realizado la avalan como un tratamiento probado empíricamente (Baucom, Shoham, Mueser, Daiuto y Stickle, 1998).
La TPCT (Terapia de Pareja Conductual Tradicional) utiliza principalmente dos tipos de intervenciones: el intercambio conductual y el entrenamiento en resolución de problemas y comunicación.
- La primera de las estrategias se encamina a promover el intercambio de comportamientos positivos por parte de los miembros de la pareja y aumentar así la satisfacción con la relación (Jacobson, 1984). Se utilizan tareas para casa con el fin de generar cambios positivos en el ambiente natural. Esta estrategia se basa en el seguimiento de reglas, por lo que se generan comportamientos gobernados por reglas. Se ha señalado (Catania, Shimoff y Matthews, 1989) que este tipo de comportamientos genera insensibilidad a las contingencias; es decir, vuelve el repertorio más rígido, de forma que ante cambios en las contingencias ambientales no se producen cambios adaptativos en el comportamiento.
- El segundo grupo de estrategias, el entrenamiento en habilidades de comunicación y resolución de problemas, se dirige a proveer a la pareja de herramientas que les permitan enfrentarse a sus problemas futuros con mayores probabilidades de éxito, sirviendo así de herramienta preventiva, o, en palabras de Jacobson “… se les enseña a los esposos a ser sus propios terapeutas con la esperanza de que al finalizar la terapia utilicen sus nuevas habilidades en futuras situaciones de conflicto” (Jacobson, 1984, p. 296).
En el estudio de 1984 Jacobson compara la efectividad de estos dos componentes por separado.
Los resultados demostraron que, si bien en un primer momento las parejas que trabajaron sólo en el intercambio conductual progresaron mucho más rápido, en el seguimiento no sólo no se mantenían las ganancias; sino que hubo un empeoramiento. Únicamente en las parejas que habían recibido entrenamiento en comunicación y solución de problemas o el tratamiento completo se observó un progreso significativo (Jacobson, 1984).
En un estudio posterior de Jacobson, Follette, Revenstorf, Baucom, Hahlweg y Margolin (1984), se concluyó que la eficacia de la TPCT no es tan alta como previamente se había indicado, pues sólo el 60% de las parejas tratadas con TPCT acababan la terapia con éxito. El estudio posterior de Jacobson y Addis (1993) arrojó resultados aún menos alentadores: sólo el 50% de las parejas se beneficiaron de la terapia. En este mismo trabajo se analizó la eficacia a largo plazo de la terapia de pareja. Su conclusión fue que, en un seguimiento de dos años, recae el 30% de las parejas que en un principio se beneficiaron de la terapia, y, en cuatro años, el 38% del total de parejas que recibió tratamiento se acabó separando (Jacobson y Addis, 1993). Cordova (2003) ha hipotetizado que el problema estriba en que las diferencias en comunicación entre parejas con y sin problemas no se produce en realidad por un déficit de habilidades sino que puede ser el resultado del estado emocional de la pareja a la hora de afrontar los problemas de la relación.
Estos datos hicieron que Jacobson y Christensen se plantearan la necesidad de un cambio en la conceptualización y el tratamiento de los problemas de pareja. Simultáneamente a estas revisiones comienza a ponerse en boga el concepto de aceptación y a integrarse de forma exitosa en las terapias desarrolladas por M. Linehan (1993) y S. Hayes (1984), lo que influye en que los creadores del TPCT empiecen a contemplarla como un elemento necesario dentro de la terapia de pareja.
No obstante, tal y como indicaba Jacobson (1992), los problemas de la TPCT no suponen un fallo del modelo conductual aplicado a las parejas sino más bien que la TPCT no es tan conductual como se creía, al menos por cuatro razones:
- En primer lugar porque no lleva a cabo un análisis funcional de los problemas de la relación.
- En segundo lugar porque no presta atención a la diferencia entre reforzadores arbitrarios (usados en pacientes internos, principalmente) y reforzadores naturales (que son los que realmente actúan fuera de las consultas).
- En tercer lugar porque el cambio en los miembros de la pareja se fundamenta en reglas que se espera que sigan e interioricen. Este seguimiento de reglas, tal y como se ha comentado anteriormente, vuelve a los miembros menos sensibles a los cambios reales que se producen en la interacción diaria
- Porque los objetivos de la TPCT, esto es, la acomodación y el compromiso entre los miembros, y el punto de vista de que los problemas de pareja son causados por un déficit de habilidades, no son realmente conductuales. “No hay nada de conductual en ninguna de esas nociones, aunque se haya asociado con la definición de TPCT.”
LA TERAPIA INTEGRAL DE PAREJA COMO TERAPIA DE TERCERA GENERACIÓN.
En el plano filosófico, los autores declaran que la TIP supone una vuelta a las raíces del análisis conductal y al contextualismo.
Se entiende que los problemas de pareja no sólo requieren cambios de primer orden –es decir, que se modifique tal o cual comportamiento–, sino también cambios de segundo orden (Hayes, 1994; Hayes, 2004); esto es, que la persona que realiza la queja procure aceptar el comportamiento del otro.
Así, en sentido estricto, no es que la TIP no promueva el cambio de comportamiento, sino que alienta el cambio en uno mismo en vez de en el otro; un cambio, por tanto, en el contexto del problema más que en el comportamiento problemático (Jacobson, 1992), algo característico de las terapias de tercera generación (Hayes, 2004).
“La resolución de numerosos problemas de pareja se consigue mejor cambiando el contexto en el que se vuelve problemática la conducta que cambiando la conducta problemática”
Desde el plano teórico, la TPCT se diferencia de la TIP en que ésta radicaliza (entendiendo esto como que va más a la raíz) la visión que tiene de los problemas de pareja. Para ello pone el énfasis en tres aspectos principales:
(1) se vuelve al análisis funcional como forma de evaluar los problemas de pareja;
(2) se hace más hincapié en el reforzamiento natural y se usan menos reglas; y
(3) se da más importancia al contexto en el que surgen los problemas, esto es, se atiende mucho más al papel de la historia del individuo en los problemas actuales.
Respecto al contexto en el que surgen los problemas la TIP, Terapia Integral de Pareja, otorga gran importancia a la historia personal de los miembros de la pareja. A pesar de que los problemas de una pareja se producen en el presente y exhiben una topografía determinada, es la historia y las experiencias de cada uno lo que determina sobre qué contenidos giran los conflictos y con qué frecuencia surgen. Jacobson y Christensen denominan a esto vulnerabilidades; y se podrían definir como aquellas circunstancias que afectan especialmente a cada uno de los miembros de la pareja y que hacen mucho más probable que surja el enfrentamiento.
LOS PROBLEMAS DE PAREJA DESDE LA terapia Integral de Pareja.
La mayoría de las quejas con las que una pareja llega a la consulta tienen que ver con el desarrollo de incompatibilidades. Las incompatibilidades se generan sobre las similitudes y las diferencias de los miembros de la díada. Áreas en las que son similares pueden acabar originando competición, como por ejemplo el que los dos estén muy apegados a la familia de origen. Áreas en las que son diferentes dejan necesidades sin cubrir, como por ejemplo las diferencias en las necesidades sexuales.
Según la TIP, el problema no son las incompatibilidades, que más bien resultan inevitables en una relación de pareja, sino cómo se manejan. Una de las formas posibles de afrontar las incompatibilidades que acaba generando problemas es la coerción.
Esto implica que un miembro de la pareja aplica estimulación aversiva hacia el otro para escapar de la estimulación aversiva que provoca la incompatibilidad, o conseguir el reforzador del que priva la incompatibilidad.
Así, por ejemplo, es bastante común que se utilice el chantaje emocional para conseguir algo que se quiere de la otra persona, es decir, se provoca su culpabilidad (por ejemplo se actúa de forma acusadora hasta que el otro miembro cede y complace a la pareja). El problema es que al escapar del sentimiento de culpa el miembro que cede se ve expuesto a otro tipo de estimulación aversiva, quizá menos dolorosa que la primera al principio (resulta menos doloroso ir a una fiesta indeseada que sentirse culpable por que la otra persona no haya ido), pero conforme se suceden los ensayos de exposición al sentimiento de culpa lo esperable es que se produzca habituación. De este modo, el chantaje deja de funcionar, lo que obliga al chantajista a utilizar estimulación cada vez más interesa para que el chantajeado vuelva a ceder; así, poco a poco, se produce una escalada en el conflicto.
En la TIP la formulación que se hace del problema a la pareja incluye tres componentes:
(1) la descripción del tema principal de conflicto y la ayuda para identificar las situaciones conflictivas que se dan fuera de la sesión;
(2) el proceso de polarización, que describe las interacciones destructivas que se dan entre los miembros de la pareja; y
(3) la trampa mutua, que es resultado del proceso de polarización: “es la sensación de estar atrapados sin solución que hace que no sean capaces de revertir el proceso de polarización una vez que ha empezado”
Una formulación es buena si, y sólo si, ayuda a la pareja, es decir, en tanto en cuanto le resulta útil, por lo que a la hora de presentarla hay que considerar atentamente los matices y correcciones que la pareja misma pueda plantear. Una característica de esta formulación es que no es estática: puede modificarse conforme avanza el curso de la intervención para ajustarla mejor a la situación de la pareja y volverla más útil.
LA INTERVENCIÓN EN LA terapia Integral de Pareja.
En la TIP la intervención se estructura en torno a tres cuestiones que trae la pareja de una sesión a otra: discusión en sesión de situaciones generales y específicas que hayan surgido alrededor del tema; situaciones en las que ha surgido el problema y lo han resuelto con éxito; y situaciones que se podrían llamar positivas. Al inicio de la terapia las primeras serán las más frecuentes para poco a poco ir dando paso a las segundas.
Si bien el componente central de la TIP es la aceptación, también se siguen usando estrategias de cambio propias de la TPCT. Empezar por unas o por otras lo determina el estado de la pareja.
En principio, cuanto más polarizados estén, más necesidad de trabajar en aceptación. Si se muestran colaboradores y con objetivos comunes no habrá problemas para empezar con estrategias de cambio, y si se aprecian “durezas” en la intervención, habrá que dar un giro hacia las estrategias de aceptación. Aunque raramente cuando fracasa el trabajo en aceptación funciona el entrenamiento en habilidades, lo contrario sí es frecuente: allí donde el trabajo en habilidades ha fracasado suele producir beneficios el trabajo en aceptación (Jacobson y Christensen, 1996).
Para trabajar la aceptación existen tres estrategias centrales: la unión empática, la separación unificada y la tolerancia.
El objetivo de las dos primeras estriba en unir a la pareja alrededor del problema; es decir, que el problema sirva para generar más intimidad. En la última la meta consiste en transformar en menos dolorosas las conductas negativas del compañero (Jacobson y Christensen, 1996).
Entradas del mismo Autor:
- Terapia de Pareja en Valencia
- Psicólogo de Pareja en Valencia
- Terapia sexual contra los problemas de sexo en la pareja
- Terapia de Pareja
- Terapia de Pareja por Especialistas
- Eyaculacion precoz y problemas de pareja
- Infidelidad en la Pareja. La terapia funciona.
- La Terapia Sexual
- Tratamiento de la anorgasmia masculina
- Deseo Sexual Hipoactivo